domingo, 18 de abril de 2021

Sobrevivientes

Sobrevivientes

Nadie se imaginó que la vida pudiese llegar a dar un giro diferente para marcar nuestra historia, pero más que eso fue un golpe imprevisto 

Amira El Sahli

¡Llegó el año 2020! Año nuevo, vida nueva ¿no? Así lo consideré. Un tiempo para comenzar con buen pie, donde los designios y planes serían mi único pensamiento para seguir luchando por lo que realmente quiero ser. Pasaron los días del año que decreté ser inolvidable y mejor que el anterior.

Llegó febrero intentando "sorprendernos" con la noticia de un posible virus mundial, originado desde diciembre del año 2019. En varios países ya había nacido el miedo de una propagación rápida sin una cura prevista, y por ello muchos fallecieron de la nada. Para mediados de marzo, el tiempo se volvió misteriosamente lento en Venezuela con la declaración oficial de una tal "pandemia" y "cuarentena". 

Al principio sé que muchos, incluyéndome, no entendíamos tales términos. Básicamente, es permanecer en tu hogar (encerrado), debido al contagio de un virus mundial (casi mortal) bajo ciertas medidas de prevención (tapaboca, higiene y distanciamiento social). 

Nadie le prestaba tanta atención por los pocos contagios revelados al principio de esta rara vida. Aun así, la preocupación si estuvo asomada por ser un virus que ataca a tu sistema de forma fortuita, donde los tratamientos y la recuperación solo dependerán de tu estado de salud o de las previsiones que tomes.

Solo fue cuestión de tiempo para acostumbrarnos a apreciar nuevos rostros, acompañados de una diversidad de tapabocas como adorno indispensable, que hacen que nuestra mirada entristecida se pierda en la angustia del día a día. 

La vida sigue corriendo y todo se ha convertido en una rutina pesada, además de alarmante por el aumento de casos y la vinculación a seres cercanos. Las noticias e informaciones transmitidas en las redes sociales son el doble de enfermizas; no existen buenas noticias o una distracción sana en estos tiempos tan adversos. 

Esta enfermedad ha tocado la puerta de un hogar, negocio, parque, supermercado, iglesia... y entró para quedarse y crear una inseguridad en el mundo. Especialmente en Venezuela, porque, hasta ahora, la incertidumbre y las carencias de nuestra historia persisten en la Narnia venezolana con la ausencia de un sistema de salud que salve a los pocos que quedan en nuestra tierra. 

No sé si solo me pasa a mi, pero entre mi zozobra el hecho de pensar constantemente es algo tormentoso. También, me ha costado entender muchas cosas, donde la ansiedad y el nerviosismo aumentaron con razón. 

Hoy nuestra gente se siente desorientada, lo cual duele. Solo quiero pensar que el mundo iba como un cohete hacia el futuro sin mirar atrás y era necesario detenerlo para darnos cuenta de miles de cosas que pasaban por nuestro frente, ¿quién sabe? 

Y al terminar de hundirme en largos pensamientos siempre llego a la conclusión de que todo lo que tengo ha sido suficiente como para agradecerlo, y que, a pesar de las circunstancias, he sido afortunada. 

Nadie lo vio venir, nadie se preparó para la guerra que nos esperaba. Sé que seremos capaces de afrontarlo cuando toque y de la manera más adecuada para convertirnos en sobrevivientes, que esta odisea pronto podrá ser contada y recordada. En este escrito solo me queda recomendarles acciones simples: amen con fuerza, besen y abracen a montones, compartan, perdonen y recen bastante.

Fuerzas y bendiciones para quien las necesite.


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